Leer no da ganas. Pereza y rapidez se alian para borrar las páginas de los libros. Ahora no andamos sino que corremos. Y cuando corremos no tenemos tiempo de saborear. Ni la vida, ni las letras. Hoy en día lo de leer resulta casi anticuado. Nos molestan las descripciones, la argumentación y las frases largas que acaban aún sin saber el por qué del principio ni haber entendido quién es el sujeto. Frases largas, no. Más gusta lo corto. Sí, corto. Corto. Y cuando giramos esas hojas ya arrugadas nos damos cuenta de estar perdiendo el hilo de algo. El hilo de la vida. La reflexión. La madurez intelectual. No leemos, no vivimos. En esos tiempos modernos que corren, en la era del libro que está en peligro. No, no es el libro quién está en peligro. Somos nosotros. No ejercitamos nuestro cerebro porque nos lo ejercitan los demás. No andamos, no corremos, volamos. Volamos por encima de esas líneas que se juntan y forman frases, que acaban mareándonos porque ahora hay que darse prisa. Escueto. Ahora todo es escueto. Y leer no está de moda. Internet, tabletas, twitters y facebooks entre otros. Leemos, sí, es verdad, me equivoqué, leemos, mucho, pero frases cortas, eslóganes, rápido, todo rápido, paso de un sitio a otro. Cuando llego al final no me acuerdo del principio. Porque en verdad no he leído. He juntado letras, además, pocas letras. Las letras son bonitas, oh, sí, claro! Las letras con sentido aún más. Leer, ¿qué leo? No sé, no me acuerdo, no tengo tiempo. ¿Un libro? Sí, gracias. Lo desempolvo. Qué pena. No tengo tiempo. Leer no está de moda.
