Un día frío pero muy soleado. Un instante especial. Un día de rayos de sol dominicales. Un domingo pascual.
Marchar para volver unas horas más tarde. Reencuentros y encuentros. Un día muy franco-español con también algunas pinceladitas alemanas e italianas. Sonrisas de niños. Chácharas de adultos. Lenguas que se mezclan.
Pero sobre todo, correr en la arena. Pescar cangrejitos y conchas. Sentir el viento acariciando la cara. Despeinarse y reírse. Todo eso, en Pornichet. Circular unos pocos kilómetros, bastantes como para evadirse y suficientemente pocos para aprovechar de cada instante. Llegar y ver el mar. Ese azul tan ansiado durante todo el invierno. Creer realmente que estamos en primavera. Una brisa atlántica. Fachadas de edificios enormes y unas villas extraordinarias. Contrastes.
Una paella. Un restaurante español. Un poco de tortilla y de jamón.
¡A veces, podemos quedarnos muy cerca para sentirnos muy lejos!