Recibimos una carta de la compañía eléctrica para avisarnos de un corte de luz de las 8 h 30 de la mañana a las 14 h 30 de la tarde. Lo primero fue decir puñetas no voy a poder trabajar. Intenté encontrar soluciones como ir hasta el centro de Nantes y buscar un café-Internet pero la verdad es que los últimos acontecimientos y manifestaciones varias que causan ambientes revueltos en la ciudad, me disuadieron rápidamente de esta opción. Ya veremos, dije.
Unos días más tarde había encontrado la solución: iba a ejercer de mamá (en el extranjero). Justo ese día PrincesaThelma tenía el Carnaval con el RAM (Red de Asistentes Maternales) del pueblo. Habíamos recibido una tarjeta de invitación y sabía por la nounou que lo estaban preparando desde hacía ya un tiempo. Antes de avanzar, debo deciros que no tengo ni idea (nadie ha sabido explicármelo) de las razones por las cuales festejan el Carnaval un 20 de mayo. Pienso que debería llamarse «fiesta de disfraces» o algo parecido porque que yo sepa el Carnaval tiene lugar 7 semanas antes de Pascua y marca el inicio del periodo de Cuaresma. Será por esas cosas de que Francia es un país laico… pero no lo sé, la verdad.
Así pues, me preparé para ir. Preparadísima. Empiezo a notar que pronto la cría iniciará sus aventuras en el cole y que voy a descubrir un montón de cosas de este país en el que vivo desde hace ya 15 años.
¡Ser mamá en el extranjero en un país que conoces desde hace mucho tiempo es adoptar otra mirada sobre la sociedad y descubrir un montón de cosas!
¡Ser mamá en el extranjero es ser niño una segunda vez en una lengua diferente!
Llego pues a la sala donde tuvo lugar el Carnaval (como llovió -¿qué raro, verdad?- el desfile tuvo que ser suspendido) y me encuentro con una monada de niños: un puñadito de indios por aquí, unas princesitas por ahí y un enjambre de abejas por allá entre las cuales mi pequeña Thelma. Ya me lo había dicho ella «mamá, voy a volar, voy a volar, tengo alas». Música y brioche. Me dediqué a hacer un montón de fotos puesto que esa era la misión que me había dado, yo misma… ya sabéis, cuando vas a un sitio donde no conoces a nadie, te sientes más a gusto si te auto-proclamas hacedora de algo (si no te sientes así como con las manos vacías), yo decidí ser: mamá fotógrafa!
Viví un momento especial viendo a los críos contentos, observando a las nounous y a otras mamás presentes (imaginé que todas ellas estaban de baja maternal por su segundo hijo puesto que tenían todas un bebé en los brazos). Nadie me habló. Bueno, sí, claro, mi hija y la nounou. Yo sonreía y la gente me devolvía las sonrisas. Moví bailé mis piernas al ritmo de Stromae (y me sentí un poco como cuando tienes 20 años y que te invitan a una fiesta donde no conoces a casi nadie). De repente, sorprendí a mi cerebro imaginando cómo sería asistir a una actividad así en mi país, nunca he sido mamá allí pero imaginé a mamás hablando entre ellas, has visto a ese niño y a esa niña, te has fijado en esa nounou, dicen que se acaba de separar y que no soporta a tal nounou y que… que… que… Pero sonreí y seguí hablando un poco con la nounou, un poco.
Y mi hija, sobre todo mi hija que se la veía feliz. Feliz de que yo estuviera allí. Por que ese es también uno de los lados buenos de ser freelance y trabajar en casa: la flexibilidad de horarios.
Como ya dije en otro artículo, hasta hace poco más de tres años, yo desconocía por completo este sistema de nounous (asistentes maternales) y ahora estoy encantada con ese modo de funcionamiento! Tanto, que la entrada al cole de Thelma se hará poco a poco, por etapas y de momento solo irá por las mañanas, luego la nounou la recogerá y pasará con ellas las tardes... ¿os cuento eso próximamente?