En el campo del bilingüismo precoz, la mayoría de la gente habla sin saberlo de los escritos e ideas de Ronjat, el “inventor” del método «Una persona, Una lengua». Aunque y ¿ si al final, no fue él el inventor?
Hoy voy a intentar explicaros un poco mejor cómo, cuándo y dónde surgió el método OPOL (por sus siglas inglesas.)
Jules Ronjat (1864-1925) era un lingüista francófono, doctor en literatura, especialista en la lengua de Oc (occitano) y vivía en Viena, en el Ródano, con una esposa de habla alemana.
Ronjat era pues un hombre de letras y papá de un pequeño Louis bilingüe francés-alemán. Ronjat se preguntó un día:
¿Cómo se comportaría un niño cuando se enfrentara a dos idiomas distintos que se le hablarían de forma indistinta?
Observando al niño bilingüe
En primer lugar, tengamos en cuenta que los científicos de aquella época no tenían acceso al cerebro como hoy en día. Aunque el área de Broca (de Paul Broca) se remonta a 1859 hay elementos que nos parecen ahora obvios que no lo eran entonces.
Por lo tanto, los lingüistas se adaptaron y realizaron experimentos con sus propios hijos. Ronjat se beneficia desde el principio de los consejos del también lingüista y amigo Maurice Grammont, quien insiste en el hecho de que no hay nada que enseñar a los niños y que basta en que cuando tengamos algo que decirles lo hagamos en una de las lenguas que queremos que sepa.
Y ahí está la respuesta a mi primera pregunta, Grammont es quien ha pasado a la historia como el “fundador” del principio UPUL porque fue él quien lo emitió en su libro Observations sur le langage des enfants (1902) y Ronjat lo formuló con su hijo en 1913 aproximadamente. Por ello es más pertinente hablar del principio de Grammont-Ronjat.
La regla quedó así definida atendiendo a la práctica de Ronjat:
Que cada idioma sea representado por una persona diferente. Que nunca se inviertan los roles.
Y esto empieza desde el nacimiento del niño. Esta “receta” cobra hoy en día aún más importancia cuando tenemos conocimiento de experimentos (por ejemplo los de Patricia Kuhl, entre muchos otros) que se han llevado a cabo con recién nacidos y que demuestran que los bebés sí saben discriminar lenguas.
Ronjat aplica el principio de la UPUL a toda la familia y amigos. Les pide a todos que se limiten a hablar francés o alemán con su hijo Louis.
Los dos primeros años, Louis los pasó en contacto con el francés del padre y el alemán del personal doméstico. La familia política habla alemán estándar con algunas particularidades del sur. Ronjat da muchos detalles sobre las características de las pronunciaciones de cada hablante, ya sean de habla francesa o alemana.
Sin embargo, el niño habla como mamá. La hipótesis del autor es que el niño ha pasado más tiempo con su madre (cf. regla del 30 % de exposición) que con el personal doméstico, cuyo acento es más de la región de Baden, pero sobre todo que el niño prefiere la versión materna por razones de sentimientos.
Ronjat es, por tanto, el único francófono que personifica la lengua minoritaria y se enfrenta a un niño que a menudo introduce palabras alemanas en sus frases francesas.
Sus tácticas correctivas son indirectas :
⇒ Sí, quieres decir (la palabra en francés).
Necesidad de un mayor contacto con la lengua minoritaria
A los 20 meses, Louis se dio cuenta de que era menos capaz de expresarse en francés que en alemán. El niño pasa 3 semanas de vacaciones con francófonos pero resulta tener poca influencia en su producción francófona.
4 meses después, la estancia es de 5 semanas y es ahora suficiente para equilibrar los dos idiomas. Una estancia de un mes en París coloca el francés en posición dominante y luego con la visita de dos meses de la abuela de habla alemana hace que se restaure el nivel de alemán.
Louis se hizo amigo de otros niños bilingües franco-alemanes cuyos padres hablaban alemán entre ellos y con sus hijos. La comunicación de los niños comienza en francés y luego se vuelve bilingüe, luego en alemán a lo largo de los meses. Los pequeños se van adaptando en función de si los otros niños hablan alemán o no.
Algo interesante también es pensar que estos niños bilingües utilizan el alemán para distinguirse cuando se encuentran en el espacio público francófono, como si el alemán fuera su lengua, únicamente la de ellos.
Vemos entonces que las estrategias utilizadas a principios de siglo XX no distan tanto de lo que usamos hoy en día muchas de las familias bilingües y que la naturalidad y las tácticas correctivas indirectas son dos de los aspectos más importantes para un bilingüismo precoz. Asimismo observamos la importancia de la afectividad en la transmisión de las lenguas maternas al mismo tiempo que el carácter útil de las mismas.