Vivir en el extranjero

Bruselas la bonita

Bruselas la bonita

Siempre me acordaré del primer día en que la pisé. Contrariamente a todos los mitos, clichés y creencias, hacía bueno, muy bueno. Un sol resplandeciente, de esos que te calientan la cara y te envuelven el corazón. Una buena manera de empezar, de arrancar. Un buen presagio. Todo iba a ir bien. Y así fue.

Principios del verano de 2005. 26 años en el contador. Una experiencia ya llena en mudanzas. Era mi quinta. La mudanza de mi futuro profesional. Adiós la joven estudiante, bienvenida la joven trabajadora.

Bruselas la bonita. Bruselas y sus mezclas. Ciudad de contrastes. Ciudad europea por excelencia donde inmigrantes y expatriados forman un sólo ente. O puede que no. Ciudad de amistades, las verdaderas y las sinceras. Ciudad de adoquines y de rascacielos. Luces hasta muy tarde en las oficinas que destellan en las bolsas de basuras que decoran las aceras.

En Bruselas crecí y viví. Me reí y también lloré. Aprendí, visité, mucho. Y trabajé. En Bruselas jugué a ser mayor en los suntuosos edificios pero también fui esa cría curiosa y con ganas de descubrir, gozando de la vida. Dando brincos.

Bruselas en mi corazón.

Bruselas la bonita
Menorca

Ciutadella et Mahón: bonitas ciudades mediterráneas

18Utilizo a menudo el blanco y el azul para evocar Menorca pero, en realidad, los dos pueblos más grandes de la isla pueden presumir de otros bellos colores, un poco a imagen de algunas ciudades italianas.

Los dos pueblos más grandes de Menorca son Maó-Mahón al este de la isla y Ciutadella en la punta más occidental. Dos ciudades de más o menos 25 000 habitantes cada una, dos ciudades diferentes.

Ciutadella fue la capital de Menorca hasta mediados del siglo XVIII cuando Sir Richard Kane (gobernador británico de Menorca durante la dominación inglesa de la isla) dio la capital a Mahón. Es una ciudad eclesiástica y aristócrata, con su catedral y sede del obispado de Menorca desde 1795. En Ciutadella hay muchos y sontuosos palacetes y otras casas señoriales.

Mahón cuenta con el puerto natural más grande del Mediterráneo. Una bonita ciudad que, además y según algunas voces, daría nombre a la tan conocida salsa mahonesa. Parece ser que el duque de Richelieu, que en 1756 se hizo con la isla (periodo de dominación francesa) arrébatandola a los ingleses, habría tomado esta exquisita y sencilla salsa. También dicen que quizá fue una cortesana «mahonesa» qui le dio a probar esta salsa…

Sea como sea, yo siempre estoy encantada de decir que esta salsa es menorquina! Verdadero o falso, que más da!

Aprovechemos mejor para hacer un agradable paseo visual !

Maó – Mahón

Maó - Mahón en la isla de MenorcaMaó - Mahón en la isla de MenorcaMaó - Mahón en la isla de MenorcaMaó - Mahón en la isla de MenorcaMaó - Mahón en la isla de Menorca

 

Ciutadella

Ciutadella en MenorcaCiutadella en MenorcaCiutadella en MenorcaCiutadella en MenorcaCiutadella en MenorcaCiutadella en Menorca
Lifestyle

Dijimos que sí

Dijimos que sí es la frase que escribimos en la postal que mandamos a familia y amigos después de nuestra boda para darles las gracias por haberse acordado de nosotros. De eso ya hace tres años. Tres años de una boda llena de bonitos recuerdos!

Fue en enero de 2011 cuando empezamos a hablar de boda. El día elegido fue el sábado 13 de agosto (¡eso del 13 nos da igual!). Seis meses de preparativos. Porque a nosotros no nos gustan las bodas que se preparan con dos años de antelación, no va con nosotros. Quisimos una boda delicada y bonita pero más bien íntima. Soñábamos con casarnos en Menorca, sí, el mes de agosto, cuando hace más calor (¡pero eso nos daba, también, igual!), además poca gente se casa aquí en agosto, o sea que menos problemas con las fechas. Hacer una boda más convencional e invitar un centenar de personas habría sido demasiado complicado. La distancia y el viaje (temas recurrentes en este blog) se habrían convertido en un problema para algunos y como no queríamos que la lista de invitados se hiciera en función de las «posibilidades económicas», decidimos que lo mejor sería hacer una boda en petit comité: padres, un testigo por parte de cada uno con sus parejas, hermanos y hermanas, y como soy hija única, la lista quedó en 12 personas, nosotros incluidos. Como los 12 apóstoles, excepto que fue una boda civil.

Todos los preparativos los hicimos a distancia! Evidentemente, tuvimos que pasar por el apreciado apartado del consulado y tuvimos que hacer cuarenta mil papeles. Mis padres, los únicos que residen todo el año en Menorca nos ayudaron muchisimo y yo hice un viaje en solitario de 4 días el mes de mayo para ultimar algunos detalles. También fui sola a comprar mi vestido de novia. Quería un vestido de novia pero corto. Como hacía poco tiempo que vivía en Nantes aun no tenía muchas amigas. El novio también quería vestir bien pero «cool», sin corbata. Muy al estilo de ChériGuiri.

Las alianzas las compramos en Menorca. Me ocupé de ello durante mi viaje del mes de mayo. Fue divertido explicar a la dependienta de la joyería que el novio no venía conmigo. Muy amable, me dijo que podía sacar fotos e incluso escanear las alianzas… y así fue como las elegimos! A principios de agosto, cuando llegamos, volvimos para ajustarlas. Y una vez más nos reimos. Como no queríamos gravar ni nuestros nombres ni la fecha sino que preferíamos poner una frase, ChériGuiri, tan irónico él, dijo a la dependienta que «así podré reutilizarla en caso de necesidad!»

Antes de la boda y saliendo de casa, nos esperaba una grata y bonita sorpresa. Puesto que la calle estaba cerrada a la circulación por motivos diversos, el grupo de danzas folklóricas al que pertenezco nos estaba esperando para ofrecernos un bonito baile! Fue un momento muy emotivo ya que fue en un festival internacional de danza donde nos habíamos conocido y enamorado.

Después cogimos un 4×4 para dirigirnos a uno de los lugares más lindos de la isla, el faro de Cavalleria donde hicimos una muy bella sesión de fotos de la mano de D. Rotger, que a parte de fotógrafo también es mi tío.

Y, por fin, llegamos al lugar de nuestra boda. En un marco bucólico al este de la isla de Menorca, muy cerca de la puerta que simboliza la entrada del primer sol de España. Nos dijimos que sí en los jardines de un hotel rural, una antigua casa señorial transformada en hotel restaurante, con el mar de fondo.

Guardamos un magnífico recuerdo de esta bonita boda, una boda totalemente ajena al estrés, una boda completamente relax !

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