Lifestyle

Mi hija, mi amiga, mi única

Tu y yo decidimos, un día, formar un gran equipo. En realidad fui yo quien lo decidió.

Cuando tu estabas aun en mi vientre, te hablé en mi lengua, muy bajito para no molestarte ni hacerte daño porque eras tan pequeña que no paraban de decirme que fuera con cuidado. Y tenía miedo. Siempre me acordaré de la primera vez en que te lo dije: “no te preocupes, cariñito mío, tu y yo somos fuertes, formamos un gran equipo”. Fue en uno de nuestros muchos baños espumosos, ese ritual del atardecer que duró nueve meses. Y todavía hoy, a tus tres años y medio (aunque tu a veces te empeñes en decir que tienes cinco), te lo repito, me lo repito.

Mi hija, mi amiga, mi única

Un gran equipo para sonreír. Un gran equipo para apoyarse y ayudarse. Avanzamos juntas, mi niña. Con él, claro está, con el mejor de los coachs deportivos. Porque como ya sabes, un equipo no funciona sin un buen entrenador, con energía y fuerza, con ganas e ímpetu, un entrenador que sabe conducir por el camino que toca.

Y tu eres única, tu eres mi única, mi hija. Y como si de una transmisión tácita se tratara, yo sé que te estás ya convirtiendo en mi compañera, en mi amiga. Atravesamos horas y horas juntas. Muchas. Y te hablo, te explico, te charlo sobre la vida y tu me escuchas y me respondes, con pertinencia, muchas veces. Y tu precisión me asombra, tus bonitas palabras, tus eres guapa mamá, tus te quiero mamá, tus eres guapo papá.

Un gran equipo. De madre a hija. De madre a hija. Me veo en mi madre, te veo en mí. Una hija. Una amiga. Única.

Porque es ahora a tus tres años y medio que me siento madre. Madre de verdad.

Margarida

Lifestyle

Cuando las palabras echan el vuelo

En ese remolino que es la vida, relajarse y abrazarlas. Allí en el fondo, las líneas se mezclan y los pensamientos se echan a volar. Correr para atraparlas y brincar para que vuelvan a entrar.

Agotada, estallar contra la pared, una vez y otra. Pero allá, más lejos aun, al final del hilo conductor de la vida, el corazón se va dibujando. Con una gran sonrisa. E intento agarrarlas, de nuevo, esas palabras que ya descansan.

Cuando las palabras echan el vuelo

Ellas pero no las demás. Las palabras de los demás y para los demás, esas siguen ahí gritando, jugando, bailando y cantando. Y me río, a lo lejos mirándolas de cerca. Acechándolas y vigilándolas.

Y valoro esa suerte, mi suerte, tu suerte, nuestra suerte. Y sonrío, cada vez. Un día, no hace mucho, soñaba en esas palabras que descansan, que viven, que echaron el vuelo, que se dibujaron. Palabras con vida propia. Palabras para la vida, la suya y la mía. Sí. Y las miro salir, sonreír, viajar, despegar.

Y hoy me pregunto si tengo derecho. Derecho de amarlas tanto, esas palabras. El orgullo también aparece para desaparecer justo enseguida. Rápidamente se va no sin antes darme un golpecito para que no me olvide de ocuparme de esas pequeñas o grandes, largas o cortas, poéticas o técnicas, cantantes o cerradas. Amarlas, mucho. Siempre. Las palabras.

Cuando las palabras echan el vuelo

Porque creo que es la primera vez en tres años que no tengo tiempo para las mías, de palabras. Paso los días contando palabras, componiendo, alineando palabras que hacen frases que hacen significados, tanto si vierto de una lengua a otra como si las derramo directamente sin esa fase de transposición. Las palabas, esas cosa impalpable y sin embargo tan cuantificable. Y calificable. Paso los días enteros rodeada de palabras. Lo que mi sueño fue, antaño. Precioso, me digo. Y más tarde, de nuevo, valorar la suerte y decirme que un día, sí, un día tendré más tiempo para mis palabras. Porque yo, en el fondo, como un secreto inconfesable, sé que ellas, también son mías, esas otras palabras que se fueron a vagabundear.

Cuando las palabras echan el vueloCuando las palabras echan el vuelo Cuando las palabras echan el vueloCuando las palabras echan el vuelo

Y ante todo, muchas gracias a vosotros por leer mis palabras también,
por quererlas, saborearlas, amarlas.

¡Gracias a vosotros, sobre todo a vosotros!

Lifestyle

Pedacitos de vida #1

Las horas que pasan. Las sonrisas y las dudas. Ella y él. La casa. El hogar. El frío y el calor. El trabajo. El cansancio y el estrés. El descanso. El amor. Los momentos. Pedacitos de vida. Clichés para construir recuerdos. La vida.

Os presento Pedacitos de vida.
Una nueva serie para reflexiones instantáneas.

Cuaderno de vida freelance

Y acabar el día con ese «cuaderno de vida» que DECIMOS en catalán y que ESCRIBO en francés. Todo eso es un poco extraño. De momento pienso que ella cree que lo escribo también en catalán. Empezar el cole significa muchos cambios y ya me imagino haciendo una especie de «escuela en casa lingüística» español y catalán. Contemplo varios métodos pero aun en periodo de reflexión…

Ser freelance también significa a veces ir a trabajar a las empresas clientes. Y con un rayito de sol, por favor!

Ella

Convertirse en madre es muchas cosas a la vez: amor multiplicado, cansancio, dudas, carcajadas, tener que reñir, momentos de aprendizaje y un etcétera más largo que un día sin pan. Hoy dejo a mis dos amores y me voy a descubrir un poquito más de la escuela infantil francesa. Ser madre en el extranjero.

Nosotras casa armazón madera

¡No se ve en la foto pero mi ranita grita como una loca! Por las mañanas nos reímos mucho en el cuarto de baño: Mamá, ¿qué me haces hoy? Una corona? Una trenza? Una colita? Una diadema? Y vuelve a gritar: aaaaaaaaaaahhhhh qué bonito mamá! Has visto, tengo rizos como tu! ¡Esta niña es la alegría en persona!

Un día más, un día menos y sobre todo saber que nuestra futura casa armazón de madera será más calentita porque mejor rendimiento energético y eso no tiene precio para una friolera como yo!

nantes
Nantes. Me acogiste en 1995. Tenía 15 años. En 2010 volví para quedarme. La vida. Casualidades de la vida. Ahora es la ciudad que te enseño a ti, hijita mía. Dejamos nuestro pueblecito y cogemos el tranvía. Bueno, el «trineo» como dices tu a veces. Y nos reímos, saltamos, nos entretenemos mientras papá trabaja en nuestro futuro nuevo hogar.