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Lugar juicioso y razonable de las redes sociales

Lugar de las redes sociales

Estas últimas semanas, muy ocupada con mi trabajo, gran suerte me diréis, cierto, digo yo, me he planteado varias veces, entre traducción y redacción, cuál es el lugar de las redes sociales en mi vida, en la vida de los demás y la vida a secas.

Estoy presente en varias redes sociales, esperad a ver… que las cuente: 1, 2, 3…6. Sí, es eso, tengo 6 perfiles en redes diferentes. Perfil, he aquí un término que ha encontrado una nueva acepción en los últimos años. A veces, me pregunto sobre la autenticidad de estos perfiles. Bueno, no sobre la autenticidad de los míos, que yo soy sincera,… Pero, ¿y los demás? Una pregunta más a la que no he encontrado aun respuesta. Después, viene también el tema muy importante del tiempo que dedicamos a estos perfiles sociales.

Y es precisamente este aspecto que me mordisquea desde hace unas semanas. Como ya os he dicho, he estado ocupada trabajando y, por consiguiente, he tenido menos tiempo para las redes sociales. Y para el blog, vamos, ya habréis visto que mi ritmo de publicación ha bajado un poco. En fin, lo que ha pasado es que he sentido que me ahogaba en medio de este gran mar que es el conjunto de redes sociales. Abría uno de mis perfiles, Hellocoton, y venga artículos en lista de espera para ser leídos; amigos de mi perfil personal de Facebook que a veces explican cosas interesantes; fans de mi página facebook profesional que comparten artículos importantes; informaciones igualmente útiles e incluso ofertas de trabajo que desfilan a toda velocidad en Twitter; preciosas imágenes en Pinterest, un perfil que no abro muy a menudo puesto que es una verdadera caverna de Alibaba, perfecta para una noche en solitario puesto que puede quitar mucho tiempo; Google + que quizá me ayude para el posicionamiento, por lo que no puedo dejarlo completamente apartado; e Instagram, la red social que últimamente me deja perpleja porque tengo la impresión que hay gente que se pasa el día sacando fotos y publicándolas, mientras que yo me lo miro un poco cuando paro para comer y otro poco por la noche.

¿Estamos pues perdiendo el verdadero sentido de la vida a causa de todas esas redes sociales?

Ya sabéis que a mi me gusta vivir al día. Me gustan las redes sociales, no estoy para nada en contra. Es más, también forman parte de mi trabajo. Pero un día empecé a sentir una especie de frustración porque no tenía tiempo de contestar a los comentarios de mis lectores «puntualmente», porque veía pasar artículos y otras informaciones interesantes pero no tenía tiempo de comentarlas y leerlas tranquilamente, etc. Y este sentimiento de frustración lo he guardado durante todo este periodo de bastante trabajo. Cuando me dí cuenta de esta «frustración» (bueno, tampoco creáis que estoy para ir a una terapia) porque no conseguía cumplir con mi deber frente a las redes sociales, supe que tenía que replantearme todo eso.

Y aquí me tenéis, hablando de todo esto. Porque muchas veces me gustaría saber cómo hace la gente, cómo lo hacen para tener una vida, es decir, un trabajo, una casa, puede que niños, familia, la compra que hacer, un montón de ropa para planchar (sí, sí, la vida puede ser así de glamourosa), papeles que rellenar, platos también para llenar y una larga lista que, después de todo, es LA VIDA, la verdadera, la vida a secas!

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Freelance

Vida social de un freelance en casa

vie sociale des freelances

vida social de un freelance

Un freelance que trabaja en casa es un freelance cuya actividad social disminuye. Una cosa conlleva la otra, eso es evidente. En esos tiempos modernos que corren en que el hombre parece que sólo vive a través de la mirada de los demás, eso puede parecer raro e incluso ser problemático para algunos de nosotros.

Cierto, un freelance que ha elegido su casa como oficina no tiene el mismo ritmo de vida que el de su vecino, su amigo o su pareja… que todas las mañanas coge el coche o los transportes públicos para llegar a su puesto de trabajo. Para empezar, nosotros, los freelance, no tenemos esas famosas pausas para el café, momento en el que, y con una taza calentita entre las manos, la gente se explica sus últimas aventuras familiares o sus últimas hazañas del fin de semana. Como tampoco tenemos que confrontarnos a los transportes donde ya no cabe ni un alfiler (eso más bien es algo bueno), o sea que no vivimos esos momentos «épicos» cuando uno intenta leer el mensajito que el vecino está escribiendo a toda marcha en su smartphone último grito. Tampoco vivimos esos instantes maravillosos al contemplar la sonrisa de una niñita en su cochecito abrazando fuerte su osito. Por las tardes, lo mismo ocurre. Podemos poner la olla al fuego en dos segundos para tener la cena lista. Ventajas, inconvenientes. Cada uno lo puede ver de una forma u otra, incluso podemos vivirlo bien el mes de enero y pensar lo contrario el mes de junio. Pero si algo está claro es que desde el momento en que un freelance elige trabajar desde casa tendrá que adaptar su vida social.

¿Qué podemos hacer para encontrar soluciones a esta falta de vida social?

– Matricularse a alguna actividad (deportiva, artística, lúdica…). Es algo que puede parecer evidente, pero a veces el freelance que está metido en su rutina «silenciosa», necesitará que alguien le empuje y le mueva!
– Hacer pausas llamadas «sociales» durante el día: llamar a un amigo, a alguien de la familia, escribir emails, etc.
– Para los que vivimos en «el campo» (como yo), organizar una o dos comidas al mes en la ciudad con amigos o compañeros de profesión. ¡Una escapada urbana y social siempre sienta bien!
– Por la noche, sobre todo sobre todo, prohibirse (a menos que la fecha de entrega lo requiera) seguir trabajando con la cabeza metida en los archivos informáticos. Es mejor una buena velada entre amigos, ver alguna película, rodearse de la familia, cocinar… cada uno con sus preferencias.
– Los fines de semana se hicieron para pasear. Las opciones son muchas pero es seguro que más vale no dejarse morir de aburrimiento en el sofá o seguir trabajando. Mejor salir, tomar el aire, ver amigos, visitar a la familia, jugar con los niños, etc.
– Comprar revistas y periódicos para estar al corriente de lo que pasa. Aunque nos pasemos el día «conectados» a nuestros ordenadores, podemos perder rápidamente la noción del tiempo. (Guiño a las chicas que como yo han pasado de ser «urbanitas» a vivir en «el campo»: comprad prensa femenina, si no tendréis la sensación de ya no saber qué colores están de moda y cuál es el abrigo ‘in’ de la temporada :-P)

¡Y esos son, pues, algunos puntos a tener en cuenta para continuar a tener una vida social llena y feliz!

¿Y vosotros/as cómo lo hacéis?

Freelance

El freelance digital conectado

freelance conectadofreelance digital conectado

Mientras estoy tecleando, tengo una lucecita verde en mi smartphone que parpadea. Ahora, tan sólo unos segundos más tarde, la pestaña abierta de mi correo electrónico marca (2) advirtiéndome de que tengo dos nuevos emails. Si miro más abajo, en el ángulo derecho de mi pantalla, veo que tres de mis contactos acaban de conectarse a skype. Continuo tecleando, escribiendo este artículo que de buen seguro, vosotros leeréis también mientras un montón de lucecitas verdes, de bips y de pestañas os advierten de la llegada de mensajes nuevos.

Todos estamos conectados. Hiper-conectados. Cuantas más cosas haga nuestro smartphone, mejor. Todos tenemos un ordenador, una tableta y un smartphone. Bueno, casi todos. Porque así lo queremos, porque para algunos es una necesidad y porque nuestro modo de vida también nos empuja a ello.

El día que me lancé en freelance y que empecé en solitario mis actividades profesionales de traductora – redactoracommunity manager, sabía que tendría que estar conectada. Tener aplicaciones, programas informáticos, estar en Skype, Whatsapp y un largo etcétera. Para los freelances que trabajamos, mayormente, para empresas presentes en Internet, es muy importante ser reactivo. Muy reactivo. A veces el asunto se asemeja a una carrera (de coches o de caballos, como queráis). Y eso, poco a poco y de manera inconsciente, nos mete una cierta presión. Tengo que mirar constantemente los emails. Tengo que responder rápidamente. El freelance tiene pocas veces esa sensación de estar de vacaciones. Porque somos conscientes que no consultar nuestro correo, puede hacernos perder una misión interesante, un bonito proyecto.

Pero de vez en cuando, hay que saber tomar distancia. La conexión digital de un freelance no tiene que convertirse en algo que consuma todo nuestro tiempo porque sino corremos el riesgo de morir ahogados y de estropear este equilibrio entre vida profesional y vida privada que tanto habíamos anhelado.

conectados a Internet

No duermo con mi smartphone (no soy una adolescente), cuando estoy con mis amigos o en una reunión de familia, lo miro muy poco. Pero es cierto que a veces me he sentido mal por no llegar a tiempo al teléfono, un viernes por la tarde, y pasarme todo el fin de semana queriendo saber lo que el cliente quería decirme. Y eso no es bueno.

Lo cierto es que es algo raro porque todos sabemos (clientes y profesionales, intermediarios y agencias) que esta hiper-conexión tiene límites que pueden ser peligrosos pero, en el fondo, a todos nos cuesta asumirlo y a no sentirnos mal si tardamos un poco más en contestar un email o si no atendemos una llamada porque estamos ya ocupados.

Además, estoy segura que ahora mismo os he interrumpido y que algunos de vosotros habréis dejado vuestras tareas para leer este artículo…

traducteur freelance connecté