Ser capaz de hablar(escribir) sobre todo sin conocer todo
Me dijeron un día. Cuando era joven. Más joven, quiero decir.
Y a lo largo del tiempo, de los años, a lo largo de las palabras también, asiento tranquilamente ante ese enunciado tratando de la traducción.
Y sonrío. En primer lugar porque me gusta sonreír (sonreír me produce más dulzura que reír, por eso me gusta sonreír) pero también porque a veces me resulta algo raro responder «de todo» a la pregunta de «¿qué cosas/temas traduces?»
Y continúo traduciendo. Interrogándome y perdiéndome en los meandros lingüísticos y contextuales de mis textos, de mis palabras, de mis frases. Artículos, palabras clave, fichas de productos, guías, informes institucionales, contratos, folletos informativos, posts y publicaciones de community management, novelas… Automóvil, prêt-à-porter, alimentos, historia, arquitectura, genealogía, calzado, turismo, cocina..
Y me gusta tratar con agencias de posicionamiento web, con instituciones públicas, con empresarios, con starts-up, con colectivos de CM, con editoriales, con gente de aquí y gente de allí.
Me gusta la no-rutina.
Y continúo traduciendo y escribiendo: «un traductor es el autor de un texto».
Me dijeron también un día. Otro día. Y sonrío, otra vez. Siempre.
Y me convierto en contadora de palabras. Cuento las palabras para contar historias. Sí, es así. Saber cuántas palabras caben en una página. Ese aspecto lo comparto con mi actividad de redactora.
A veces también refunfuño. Sí, y ahí ya no sonrío. Refunfuño por los plazos siempre cortos, demasiado cortos. Ese es uno de los mitos del traductor que bien podría pasar de mito a realidad. Pero bueno, digo, pero bueno…Porque en realidad me gusta. La elegí, lo elegí, la traducción, el oficio.
Porque traducir me produce esa satisfacción del incansable viajero. Aprendo. Siempre. Cada traducción me enseña algo. Un pedacito de encaje, un trocito de paraíso, un producto, un estilo de vida, una fragancia de perfume.
Y hoy he venido aquí para dejar esa palabras, porque sí. Simplemente, porque sí. Porque tenía algo de tiempo (antes de empezar un fin de semana que voy a pasar traduciendo) y me dije, pero bueno ma fille, ¡casi nunca hablas de tu oficio! Cierto es que ya he hablado de redacción, nunca de community management. Un día, quizá, o no. Dependerá del humor del día. No soy una bloguera de calendario pero sí soy una traductora con voluntad. Y je vous aime ♥