A veces, la condición del traductor puede parecer extraña, con sus altibajos, sus carreras de palabras, sus complicadas cuentas, sus clientes provenientes de una gama tan amplia como esas antiguas películas de fotos interminables. Hacer malabares es una expresión que nos define bien, creo. Malabares con las palabras y con lo accesorio. Es exactamente eso.
En los últimos meses, salto de una condición a otra, siempre con la esperanza de encontrar el resultado más favorable, la palabra correcta, el cliente que más conviene. Y brinco y todo está en ebullición, en la cabeza, en los archivos, en los correos electrónicos y hasta en los proyectos que vagan en la imaginación.
Este año, a diferencia de lo que hice en años anteriores, no vine a dejar algunas palabras con motivo del aniversario de mi empresa ArtiLingua, traducción, redacción, comunicación. El cumpleaños es el mes de enero. Pero no vine porque estaba muy ocupada con esta extraña condición que se adhiere a la piel de los traductores, y quizás también a algunas profesiones digitales.
La extraña condición de
⇒ No saber de qué estará hecho el día siguiente, la semana siguiente o el mes que viene
⇒ Contar palabras hasta el infinito, hasta aburrirse casi
⇒ Sentir que estamos al final de la cadena de producción
⇒ Recibir encargos que, misterios de la vida, muchas veces son urgentes
⇒ Tener que luchar, a veces, con archivos que son la fobia de muchos traductores, en particular, PowerPoint, Excel y archivos PDF escaneados
⇒ No tener tiempo para si mismo durante tres semanas seguidas
⇒ Tener demasiado tiempo para si mismo
⇒ Admirar la cuenta corriente profesional que está a rebosar… y preocuparse por esa misma cuenta seis meses más tarde
⇒ Tener que renovarse constantemente o casi… y tener constantemente que cuestionarse
⇒ Ese nudo en la boca del vientre cada vez que enviamos presupuestos interesantes, porque sabemos que hay docenas de otros solicitantes
⇒ La confidencialidad que nos une a ciertos proyectos y el silencio que nos obliga a guardar, símbolo de una felicidad reprimida
⇒ Escribir mucho, siempre, porque traducir es escribir, y no ver su nombre publicado
⇒ Ser autor a pesar de todo
⇒ Ser un autor transparente. A fin de cuentas parece ser que una buena traducción es aquella en la que no se intuye ninguna huella del traductor
⇒ Trabajar codo a codo con desarrolladores, programadores y mucha-gente-más cuando escribimos y traducimos para Internet
Y podría seguir con una lista larga como el brazo.
Hay solo dos cosas que pueden borrar los contratiempos de nuestra bonita condición: ¡la pasión y la devoción!
Hay solo una cosa que cuenta: ¡el amor!