Tener un niño bilingüe (o multilingüe) debe ser, ante todo, un proyecto de familia. Es muy importante que la familia llegue a un acuerdo en cuanto a los métodos que se utilizan.
Aunque normalmente la comunidad lingüística no duda en afirmar que el bilingüismo es algo que se hace de «manera natural», pienso que deberíamos precisar que hay algo de trabajo que hacer.
CREAR SITUACIONES, PROVOCAR ENCUENTROS
Cuando, como en nuestro caso, solo uno de los padres transmite la lengua minoritaria (la lengua no hablada en el país donde la familia vive), será principalmente ese padre el que tendrá que crear situaciones y provocar encuentros para que su niño bilingüe pueda bañarse en esa/s lengua/s.
Fuera del marco familiar, el niño oirá básicamente la lengua del país, ya sea en la escuela, con los amiguitos, con una parte de la familia, cuando vaya a por el pan, etc. El niño corre pues el «riesgo» de pensar que esa lengua minoritaria solo existe a través de ese único padre. En nuestro caso, soy yo, la mamá.
Como todas las madres del mundo, deseo lo mejor para mi hija. Sobre todo, que sea feliz y tenga salud. En cuanto a nuestra vida de familia bilingüe, tengo la obligación de hacer todo lo que esté a mi alcance para que la Princesita descubra y entienda que hay otra gente que habla esa lengua minoritaria. Evidentemente, sabe que por teléfono o por Skype están sus abuelos de Menorca con quien hablamos en catalán. También sabe que el catalán es para las vacaciones, cuando cogemos el avión, ¡»boum bouuuuum», dice ella dibujando una trayectoria con el brazo en el aire! El español lo reconoce por ahora con su Mickey que le canta nanas a la hora de acostarse.
LA RÈGLA DEL 30 %
Para que un niño sea verdaderamente bilingüe, tiene al menos que estar un 30 % de su tiempo en contacto con esa segunda o tercera lengua. Y ahí es donde yo digo que hay pues un cierto trabajo que hacer. No soy muy buena en matemáticas pero es evidente que la Princesita está a diario más en contacto con el francés que con el catalán y sobre todo que con el español.
El cerebro de madre que quiere la felicidad y el bienestar de su hija se pone en marcha… No siempre es fácil encontrar una solución, el día tiene 24 horas y eso, aquí en Francia o en China. Y a veces siento un peso y una gran responsabilidad. Sí, lo confieso. Los progresos en catalán y en español de la Princesita dependen en un 90 % de mí. ¡Guau, eso da miedo!
Pero no tenemos tiempo para tener miedo.
SOY MADRE DE UNA NIÑA BILINGÜE Y ENCUENTRO SOLUCIONES
Sí. Una vez más, como todas las madres del mundo, acabo encontrando soluciones. Tanteo, pruebo, exploro, busco.
Y así es como recientemente y por vez primera, fuimos al encuentro de otra mamá española y su niñito de la misma edad que la Princesita. Tomamos un café en un bar adaptado para los niños, un lugar donde tienen muchos juegos y pueden moverse sin problema alguno. Esa otra mamá, tan desesperada como yo de las pocas familias jóvenes franco-españolas en Nantes, tomó contacto conmigo a través de este blog. Haciendo búsquedas, se topó con Les mots de Marguerite y decidió tocar a mi puerta. Simplemente le puedo decir ¡muchas gracias!
Ese fue pues, un paso más en nuestra aventura bilingüe.
Puede ser que ese sábado por la tarde cuando tomamos nuestro café y charlamos en español, tuviera otras cosas que hacer,compra, limpiar la casa, preparar una paellapero como mamá de una niña bilingüe, tengo la obligación de trabajar y provocar situaciones y contextos. Y ahí es cuando digo que no todo se hace de "manera natural".