Avant on comptait les photos qu’on faisait, il y avait des pellicules à changer, on avait le choix entre couleur et noir et blanc. Maintenant on ne compte plus les photos, on passe de nos numériques à nos smartphones, on a le choix entre teintes de couleur et autres réglages.
Avant avec nos pellicules on décidait d’une photo et maintenant on fait des photos et on décide par la suite laquelle on préfère.
Si tout cela me parait très bien et que je trouve que c’est un plus énorme, une manière de démocratiser l’art de la photographie, je me pose, par contre, la question de savoir si on VIT le moment photographié.
Jamais avant nous avions fait et partagé autant de clichés mais savons-nous vivre et sentir ce que nous sommes en train de graver dans un coin de nos écrans ?
Antes contábamos las fotos que hacíamos, teníamos que cambiar los carretes, podíamos elegir entre color y blanco y negro. Ahora ya no contamos las fotos, pasamos de nuestras cámaras digitales a nuestros smartphone, podemos elegir entre matices de colores y otros ajustes.
Antes con nuestros carretes decidíamos hacer una foto y ahora hacemos fotos y decidimos después cuál preferimos.
Si todo eso me parece perfecto y pienso que es un plus enorme y una manera de democratizar el arte de la fotografía, me pregunto, a la vez, si sabemos VIVIR ese instante fotografiado.
A veces tengo la impresión que algunas personas sólo tienen una idea en mente: tomar fotos para compartirlas rápidamente en las redes sociales, enviarlas por whatsapp, esperando así la reacción y/o reconocimiento por parte de los demás. Por lo que no puedo evitar preguntarme si esa gente vive y saborea el instante de esta foto o si, simplemente, están allí para únicamente tomar LA foto.
Nunca antes habíamos hecho y compartido tantos clichés pero ¿sabemos ahora vivir y sentir lo que estamos dejando grabado en un rincón de nuestras pantallas?